17 marzo 2012

Hoy comienza un torneo de fútbol para invidentes

David Charca nunca olvidará el día en que perdió la vista. En 2001, en un campeonato de fútbol de su barrio en el que él era la estrella del equipo, un pelotazo le pegó en el rostro. En ese momento su vista se nubló y pocos días después la perdió definitivamente. Tenía 22 años.

Dos años tardó en recuperarse emocionalmente de esta pérdida. Después optó por seguir adelante y recuperar una vieja pasión: el fútbol. Entonces Charca comenzó a jugar fútbol de salón en campeonatos de la Federación Boliviana de Deportes para Ciegos (Febodec) de La Paz. Actualmente destaca en ése y otros deportes, como el goalball (fútbol para ciegos) y el atletismo.

Ayer, Charca y su equipo Los Ángeles, que fue creado en 2003 por nueve amigos, entrenaban goalball en la cancha de cemento del estadio Lastra,para el campeonato nacional Copa Bolivia, que comienza hoy a partir de las 10:30 en el coliseo del colegio Don Bosco.

Los Ángeles competirán contra varios deportistas de ocho departamentos del país. El evento es organizado por la Embajada de Gran Bretaña en Bolivia y el Servicio Internacional Británico, junto a Febodec.

El goalball

“No me gusta mucho este deporte. Lo practico por ayudar a mis compañeros”, dijo Charca a propósito del goalball. En cambio, Rafael Nivardo es un gran fanático y jugador.

Este joven de 26 años cada vez se esfuerza más por perfeccionar esta disciplina, que es relativamente nuevo en Bolivia. “El tiempo es mi peor enemigo”, afirmó, en alusión a las responsabilidades que debe asumir cada día y que no le permiten dedicarse mucho a su pasión.

Nivardo tiene que mantener a sus tres hijos, para lo cual se dedica a la venta de tarjetas telefónicas al por mayor y menor. Sólo los fines de semana practica el deporte especial para personas no videntes.

Ayer, era el que más se sacrificaba al lanzarse -como arquero de fútbol- hacia un balón parecido al de baloncesto, pero más pesado, relleno de cascabeles, y con poco bote. Se esforzaba para evitar que la pelota ingresara al pórtico, que mide nueve metros de largo por 1,30 de ancho, según la reglamentación de los Juegos Paralímpicos.

Guiados por el sonido del cascabel, Rafael, David y Álvaro Torrico, de 29 años, defendían su pórtico y lanzaban el balón al otro extremo, intentando anotar ante otros tres jugadores.

“David, es tuya. Dale Álvaro”, decía en voz baja el vendedor de tarjetas para no desviar la concentración de sus compañeros hacia el ruidoso balón.

“En los campeonatos no se permite hacer porras durante el juego. Sí se puede celebrar un gol, pero para no distraer a los jugadores, el público debe ser silencioso”, contó Nivardo.

Torrico es el más robusto del equipo. Con movimientos más toscos y descoordinados detiene el balón, es por eso que más de una vez la pelota le llegó al rostro. Pero él seguía sin rendirse.

Este cruceño también era quien lanzaba el balón con más fuerza y anota más goles durante el juego.

Después de una mañana de entrenamiento, David y Rafael se marcharon a sus fuentes laborales. En cambio, Torrico no tenía ninguna prisa, pues dijo que vive solo y que no tiene empleo. Su objetivo es conseguir un puesto fijo en una institución pública.

Al final, con las piernas y brazos blanquecinos, producto del roce con la cancha de cemento, los tres amigos se despidieron y prometieron descansar para tener un buen desempeño hoy, cuando participen de un esperado campeonato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario