25 julio 2016

Guarachi: “La montaña me sigue llamando”

Tenía 18 años cuando ascendió por primera vez y sus manos tocaron aquella masa gruesa de hielo. Era uno de los glaciares del nevado paceño Tuni Condoriri. Entonces era guía de una agencia de turismo de aventura, su primer empleo tras retornar a Bolivia de Arica, Chile, donde pasó su niñez y adolescencia.

Bernardo Guarachi, originario del municipio de Patacamaya en La Paz, es alpinista profesional desde 1981, aunque trepa montañas desde 1970. Se formó en alpinismo en Alemania.

La cortesía de un compañero de aventuras lo llevó a ese país por tres años. Luego se estableció en Bolivia con su propia agencia de turismo de montaña. Ahora tiene 63 años y acaba de conquistar las cimas del Elbrus (Rusia) y el Carstenz (Indonesia).

Su meta es ser el primer boliviano en cubrir el Seven Summit: las siete cumbres más altas del mundo por continente. Llegó además a las cimas del Everest (Nepal y Tibet), del Aconcagua (Argentina), del McKinley (Alaska) y Kilimanjaru (Tanzania). Solo le queda una: la del Vinson (Antártica), a la cual prevé llegar a fines del próximo año. De regreso en el país, Guarachi conversó con OPINIÓN sobre las condiciones que su actividad requiere, sus vivencias a más de 8.000 metros de altura y esa fuerza que lo mueve a seguir cuesta arriba.



P: ¿Cómo financia sus viajes, estadías y equipo?

R: Con mi trabajo de (agente de) turismo de montaña. Eso me ayuda bastante. Con esto he podido pagar la mayor parte de mis viajes. Antes el turismo andaba bien, ahora ha flaqueado. He recibido apoyo para el Everest el 98. Un grupo de personas, los “Amigos de Bernardo”, han hecho rifas y un montón de cosas para ayudarme a pagar casi la mitad del costo para subir al Everest. Ahora Inti me ha ayudado y también Entel.



P: ¿Ha recibido apoyo del Gobierno?

R: No, absolutamente nada.



P: ¿Cuánto tiempo se prepara antes de escalar?

R: La preparación ocurrió cuando me han formado los tres años en Alemania. A partir de eso, ya está dentro de mí. Solo me voy adaptando, ya sé las técnicas. Me preparo en lo físico. No como mucho, hago ejercicio para botar todo el exceso (de peso), me pongo en forma… La preparación física consiste en hacer caminatas fuertes, elevarse y subir 500 metros para calentar el cuerpo y perder el exceso de kilos que hay. Técnicamente estoy preparado, solo necesito ordenarme un poco con el cuerpo. La señora (su esposa) también me obliga (a comer) en la casa. No puedo rechazar comida o a veces me antojo un chicharroncito.



P: ¿Qué dieta sigue antes de una escalada importante?

R: Unos dos meses antes, siempre le digo a mi esposa que me dé comida más sana, no chatarra. Prefiero comer, todos los días si es posible, una lawa de maíz o tortillas de quinua. No necesito frituras. He subido al Everest con la comida que le dan al perro. Comí mucha lawa antes porque sabía que es un alimento muy bueno.



P: ¿Cuánto tiempo demoró en escalar las cimas más altas de su carrera?

R: En el que más demoré fue el Everest. Tardé 110 días, desde la casa, toda la excursión y el regreso. Costó.

P: ¿Quién le acompaña en sus viajes?

R: Últimamente nos están obligando en todas partes a tomar un operador. Podía hacerlo solo, pero ya no lo permiten. El operador organiza, pone las fechas y tomas ese espacio. En ese espacio se inscribe otro y otro. Así vamos todos juntos como amigos, pero no nos conocemos. Únicamente en Cho Huyo (Himalaya), en 2011, me acompañó mi hijo mayor. Pero que vayan dos personas cuesta mucho dinero. Tengo tres varones, el primero escala también. Si tuviera apoyo, puede continuar escalando, pero no tengo mucho apoyo. Él es joven todavía, está muy cerca de conseguir muchas cosas. Terminaré mi objetivo y le daré todo mi apoyo.



P: ¿Cuánto tiempo prevé seguir en esto?

R: Digo que terminaré cuando llegue a las siete cimas, pero seguramente no será así, seguiré escalando. Quiero disponer de tiempo para mi familia. Todo este tiempo ha sido salir, viajar y viajar. No he disfrutado mucho con mi familia. Si termino (de hacer esto), me voy a dedicar a la familia o puede que siga escalando también, dependerá de cuánto dinero disponga para seguir escalando montañas.



P: ¿La hipotermia es una constante al escalar?

R: Sí, en todas las escaladas. En Carstenz no porque (la zona) era muy selvática. En el resto, una enfermedad de altura te puede dar en cualquier momento. Ahí necesitas cámaras hiperbáricas para mejorar. Yo tengo la seguridad de que no me pasará nunca y no me pasa.



P: ¿Ha sufrido algún accidente?

R: Gracias a Dios, no, por el mucho cuidado que tengo. Cualquier arreglo hacia delante, puedo hacer, pero hacia atrás no se puede hacer nada, esa es mi filosofía. Cuidándome de esa manera, nunca me ha pasado un accidente, no tengo ninguna fractura.



P: ¿Recuerda el momento más difícil, aquel en el que incluso pensó que no podía más?

R: Recuerdo mis primeros 8.000 metros en el Makalu (Himalaya). A esa altura, las cosas no son normales. Los movimientos son tan difíciles que retroceder dos metros es casi imposible. Un día, al llegar a la cima, por no retroceder, nos equivocamos de camino y entramos en una zona fangosa sin salida. Esa noche pensé que iba a morir, pero salimos.



P: ¿Qué le motiva a seguir en momentos así?

R: La montaña, yo creo. Me sigue llamando y continúa haciéndolo.


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